Prefiero tu Odio a tu Indiferencia

Ódiame, si es lo último que pido,
no con silencio, sino con violencia.
Prefiero el filo desprecio herido
que el hilo eterno de tu indiferencia.
Prefiero el fuego de tu desprecio ardiente,
que el silencio que ahoga sin piedad,
pues el odio, al menos, es algo presente,
y la indiferencia es eterna soledad.
No importa si hoy te crees más alta que el cielo,
si pisas fuerte, segura al caminar;
la muerte iguala al mendigo y al dueño,
y al final, todos volvemos al mar.
Dicen que el rencor nace del cariño,
que no hay espina sin antes una flor;
si me odias, será señal de que un día,
fuiste mía, y yo fui tu amor.
Porque el odio, mujer, no es más que llanto,
espejo roto de un amor que ha sido,
y el olvido es el polvo, el mismo manto que cubre a los que nunca han sido amados.
Si hoy me maldices con furia o lamento,
se que en tu pecho late mi aliento.
Porque el odio es amor que no se apaga,
solo disfraza su ceniza amarga.
Y cuando el tiempo nos juzgue al pasar,
sabrás que el odio fue mi último abrazo,
porque solo se puede odiar lo que una vez se amó entre el sol y el fracaso.
— Luis Barreda/LAB
Puede ser una imagen en blanco y negro de masa de agua
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