NO LA ENAMORES, SI NO LA VAS A AMAR
Si tus palabras son ráfagas de un viento pasajero,
no dibujes constelaciones en su piel de papel.
No inventes promesas donde solo hay polvo estelar,
Ella guarda el amor como el mar guarda la luna:
en sus profundidades, con paciencia de laguna.
Sus risas son semillas que plantan raíces largas…
¿Por qué fingir primavera si tu invierno las ahoga?
No robes el rocío de sus madrugadas
para escribir versos que tu boca no amará.
No le hables de viajes si tu alma es maleta rota,
ni de llamas eternas si eres ceniza que azota.
Sus labios no son cálices para sorbos de mentira,
ni su cuerpo, mapa de rutas que tu miedo retira.
Si solo buscas refugio de tus propias tormentas,
no confundas cobardía con dulzura sedienta.
Hay quien siembra jardines con tacto de espina:
regala rosas falsas y las llama "divinas".
Pero ella conoce el lenguaje de las raíces,
sabe que el amor verdadero no teme a los ciclones,
se nutre de verdades, no de espejismos de algodón.
¿Qué queda tras el beso que nació sin cimiento?
Crisálidas vacías, relojes sin aliento.
Mejor un adiós claro que un tal vez envenenado,
mejor herir con honra que matar lentamente el alma.
Si no puedes ser el faro que no apaga su luz,
no te hagas mar embravecido que finge quietud.
El amor no es teatro para egos disfrazados,
ni cicatrices son trofeos para llevar colgados.
Deja que su aurora encuentre un sol que no decline,
que sus olas encuentren playas que las abracen sin fingir.
Porque hay amores breves que valen mil eternidades,
pero solo si nacen de honestas tempestades.
Al final, no es el tiempo lo que define el amor,
sino la luz con que se entrega cada flor.
Por eso: si no es tuyo el vuelo para acompañar su nido,
guarda tus cantos… y deja que su cielo siga vivo.
——Luis Barreda/LAB
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