Ven, Quédate Aquí

Ven, quédate aquí, muy cerca de mí,
apoya tu frente cansada en mi ser,
en este refugio que tejió mi ansiedad
con hilos de anhelo, de fe y de verdad.
Descansa en mis brazos, olvida el temblor,
mi pecho sereno calmará tu dolor.
Te ofrezco mis palmas, guarda en ellas tu miedo,
cerraré tus párpados con un beso tierno.
No habrá malos sueños, ni sombra, ni espanto,
mi amor será escudo, sereno y constante.
Solo existirá este lazo que crece,
nuestros dedos enlazados, tu aliento que mece.
Mis labios serán prisión cálida y fiel
que atrape los tuyos, compartiendo la sed.
Plantaré en tu pecho semillas de calma,
cultivaremos un jardín de esperanza.
Ven, derribaremos murallas oscuras,
no habrá más destierros ni noches tan duras.
Nacerá la paz de nuestro abrazo fuerte,
tejiendo memorias de luna y suerte.
Robaremos astros, sí, uno o tal vez dos,
para alumbrar juntos la senda de amor.
Tu pecho es mi puerto, mi norte, mi estrella,
mi paz es tu risa, mi suerte es tenella.
No importan las dudas que el mundo levante,
nuestro idioma íntimo, dulce y vibrante,
lo entiende el planeta, lo siente el viento,
es música pura, es nuestro secreto.
Mientras tú reposas, abrazado a mi vida,
me siento completa, bendecida, querida.
La mujer más rica que existe en la tierra,
porque en tu mirada hallé luz verdadera.
Ven, quédate siempre, no te vayas jamás,
seamos un solo ser al romper el alba.
Veremos el frío derretirse en calor,
y el alma encenderse como un gran farol.
Cerraré las ventanas, callaré el ruido,
solo los luceros, testigos queridos,
verán cómo amamos, cómo el fuego crece,
en este sueño eterno que nunca perece.
Ven, acuéstate ahora, para amar y soñar,
para en este viaje sin fin navegar.
Juntos en la noche, juntos en el día,
construyendo un mundo de dulce poesía.
—Luís Barreda/LAB
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